Miércoles 15th
June 2012
Recuperdo noreply@blogger.com por Lila
de Nazaret Atencio de Perez
“El que más sabe, más duda”.
Piccolomini.
La ética
como rama de la filosofía siempre ha buscado formar al ser humano
intrínsecamente, para que luego éste exteriorice con hechos lo aprendido; ya
que el deber ser de ese hombre ético está ligado a una formación moral que lo
llama a investigar, sistematizar, ordenar y esclarecer conductas prácticas
(empíricas). A su vez, lo ayudará a fortalecerlo como individuo y como persona
(Ibarra, 1998). Más allá de ello, el hombre- ético debe tener el conocimiento y
la práctica para formar con su conducta a otros con los mismos principios que
él adquirió en su educación formal e informal. Es decir, un “momento racional y
empírico”
Es allí,
el inicio del todo. El ser ético en la búsqueda constante del saber ético, es
decir, la voluntad que debe tener el ser humano para analizar las cosas y ver
en qué momento pueda aplicarlo para cambiar la realidad educativa en cuanto al
hecho y fenómeno educativo. Ahora nos preguntamos: ¿Con esta actividad no se
está logrando una investigación educativa?. Se puede analizar que la ética a
través de una simple incorporación individual, como cosa propia, va en búsqueda
del bien común y personal. Así lo plantea Russell (1955) “la ética es el
arte de recomendar a los demás los sacrificios necesarios para la cooperación
de uno mismo” (p.105) Ver y explorar el micro universo individual y
grupal de los estudiantes o estudiar el ambiente educativo, ya se está logrando
sumergirse en el campo de la investigación.
El saber
ético lo aplica todo aquella persona que tiene el perfil docente (que extrae de
adentro hacia fuera), que descubre y está comprometido por mejorar la calidad
de vida de cada estudiante y de su institución educativa. Formando y fomentando
actividades para crear una nueva escuela aplicada en valores donde el centro
sea la comunidad escolar “protagonista y razón de ser de todo proceso de
aprendizaje, como fundamento de las opciones éticas y como horizonte desde el
cual se le da sentido existencial a la vida” (Barbera, 2006: 24)
Por tal motivo, el saber ético del docente- investigador se encuentra en la
misma vida real en la que vive, donde se enfrenta con problemas prácticos y que
tiene que resolverlos acudiendo a normas, realizando determinados actos,
formulando juicios y en determinados casos emplean argumentos o razones para
justificar la decisión adoptada, o el paso dado. (Sánchez, 1999). Esto es
un contrato moral del profesor, una conducta aprendida, reflexiva y
efectiva en cualquier campo social y más aún en grupos estudiantiles que no
sólo ven en el educador el ejemplo a seguir (comportamiento práctico-moral)
sino el investigador que piensa, actúa y resuelve en cualquier situación o
momento dado.
El mos, o mores en latín es
una palabra que nos lleva a analizar varias significaciones, podemos destacar
las siguientes: costumbre, modo de vivir, deseo, gusto, entre otros. En lo
general, la moral es un conjunto de reglas que rigen la vida de un individuo o
de una sociedad y que estos deben ser sometidos al deber teniendo como meta la
práctica del bien. (Albornoz, 1990). Esto nos abre la posibilidad de pensar que
el individuo debe actuar bien según su deber como miembro y modelo de la
sociedad. Además, si ese ser humano educa y moldea a un grupo de esa misma
sociedad actúa según sus principios y reglas ya adquiridas en su formación
escolar, familiar y comunal.
El mejor ejemplo de educar en moral debe ser basado en la buena conducta
del docente, de su modo y calidad de vida. Buscar que los estudiantes imiten
sus actos es formar un hombre y mujer con sentimientos, habilidades, destrezas
e inteligencia. Así lo manifiesta, Martínez, 1998: “La educación moral debe ser una forma de abordar el conjunto de la
educación orientada a la construcción de personas competentes no sólo en el
ejercicio profesional sino en su forma de ser y de vivir…” (p. 64). A lo
que llamaría también Hegel “moralidad subjetiva”, ya que se basa en el
cumplimiento del deber, por el acto de voluntad. (Ferrater, 2008: 248).
Según el filósofo moderno Hume la moral representa un sentimiento, y que
a través de ese acto se crea un estado afectivo no racional, que se basa en la
constatación de la utilidad. Si llevamos esta teoría al campo de la educación
muchos de los docentes muestran en sus alumnos ese estado afectivo que se
requiere para crear o moldear a los buenos y útiles ciudadanos que espera la nación; esto se
logra con el sentimiento y la pasión que debe dar todo educador para una
formación en valores morales. Por tal motivo, La moral es lo que contribuye a
la felicidad universal de la sociedad en la que vive. (Atlas Universal de
Filosofía, 2006).
El éxito de todo docente debe ser no sólo tener el sentimiento de ser
bueno consigo mismo y con los demás, sino practicarlo cada día para que sus
educandos y sus colegas puedan ver en él un verdadero maestro y un modelo de
ciudadano a seguir. Recordemos que el buen docente da “docere” sin limitaciones
ni egoísmo, pero también debe recibir
los buenos frutos de aquel árbol regado y abonado por sus manos.
REFERENCIA
BIBLIOGRÁFICA
Albornoz, Hernán (1990) Diccionario
de Filosofía. Vadell hermanos Editores. Caracas.
Albornoz, José (2001) Nociones
elementales de Filosofía. Vadell hermanos Editores. Caracas.
Atlas
Universal de Filosofía (2006)
Editorial Océano. Barcelona España.
Desclée De Brouwer. España.Barbera, Gerardo (2006) Reflexiones
elementales en torno a la ética.
Ediciones
Delforn, C.A. Valencia Venezuela.Gómez, Emeterio (2001) Atenas y Jerusalén.
Editorial Panapo. Caracas. Venezuela.
Ferrater, José (2008) Diccionario
de Filosofía abreviado. Editorial sudamericana. Argentina
Ibarra,
Carlos (1998) Elementos fundamentales de ética. Adisson Wesley Longman.
México.
Martínez,
Miquel (1998) El contrato moral del
profesorado. Condiciones para una nueva escuela.
Sánchez,
Adolfo (1999) Ética. Editorial Crítica. Barcelona España.